Cien años de soledad - capitulo 9 - Gabriel García Márquez.

El coronel Gerineldo Márquez, líder militar y civil en Macondo, sentía la distancia emocional en la guerra al interactuar con el coronel Aureliano Buendía. A medida que la guerra se intensificaba, sus conversaciones se volvían más irreales. Márquez se refugiaba en la compañía de Amaranta, quien inicialmente se había desilusionado al ver el deterioro físico de Márquez al regresar. Aunque se veían diariamente, Amaranta siempre rechazaba amorosamente las proposiciones de Gerineldo, incapaz de amarle pero sin poder vivir sin él.

La rutina de la guerra se vuelve abrumadora para Gerineldo que, desconectado, contempla la soledad en Macondo, mientras Aureliano Buendía muestra una indiferencia inusitada a los asuntos bélicos. Incluso rechazaba encargarse de decisiones importantes. En este tiempo, las alianzas políticas y el ánimo del pueblo generaban tensiones internas en el bando liberal y fragmentaban la cohesión original de la revolución.

Aureliano Buendía enfrenta deslealtad al interior del movimiento. Una traición se ejecuta sin su orden explícita, consolidando su poder central, pero la soledad del mando lo sofoca. La guerra se vuelve un ciclo eterno que agota al coronel, donde el frío de su soledad interna se vuelve tangible. Sus emociones se desdibujan, generando una distancia insalvable con el mundo y consigo mismo.

La guerra se torna en un mecanismo sin sentido para ambos bandos. Aureliano refleja sobre la futilidad de las acciones bélicas y los ideales sacrificados. Su enfrentamiento con Gerineldo Márquez resulta en un conflicto de ideales por el poder versus la traición cuando Márquez se niega a aceptar cambios que consideraba una traición. Úrsula, la matriarca, amenaza con matarlo si fusila a Gerineldo, mostrando la oposición interna al deterioro moral del Coronel.

Aureliano, recordando sus vínculos con José Arcadio, sufre en su aislamiento. La presión de la guerra y los recuerdos de su juventud le impactan. Detiene la ejecución de Gerineldo Márquez, reconociendo la inevitable necesidad de poner fin a la guerra tras comprender que el costo personal y moral ha sido demasiado alto. La renuncia a la gloria y el reconocimiento de su humanidad se imponen, a pesar del riesgo de perder autoridad.

Se prepara un armisticio, mientras Aureliano Buendía, insensible a las glorias pasadas y amargado por la rutina de la guerra, busca destruir el vestigio de su identidad. En un intento de suicidio, falla, redescubriendo el valor de la vida en la frustración. Úrsula, mantiene viva la esperanza de un retorno a la normalidad, mientras la familia Buendía se adapta sin saber cuánto tiempo durará esa calma.

El armisticio encuentra resistencia. La paz es vista como traición por algunos combatientes y Aureliano enfrenta presiones para retornar a la guerra. La vida familiar se revitaliza, pero Aureliano sigue distante, incapaz de conectarse realmente. Úrsula repone las energías del hogar, reprimiendo lutos y buscando renacer mientras se mueve entre las tensiones externas y internas de la familia.