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Soy Rodrigo Riaño del Castillo. ¿Sabe
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algo? Todos pasamos por momentos
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difíciles y allí unos se quedan en medio
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del camino hundidos en el lodo,
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quejándose y amargándose contra la vida,
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contra los demás y contra Dios. Mientras
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otros se fortalecen, viven la dificultad
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de la manera correcta y luego salen
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victoriosos.
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Y este fue el caso de un hombre llamado
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David. Pasó por momentos difíciles, pero
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en todos Dios le dio la victoria. Y
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cuando David pudo descansar de tanta
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aflicción, de tanta persecución,
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escribió el salmo capítulo 18, un salmo
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hermoso que nos da a conocer
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herramientas claves para que usted y yo
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podamos vencer así como David venció.
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Este es un salmo que ha sido de mucha
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ayuda para mí y por eso lo he querido
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compartir con usted en esta serie de
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devocionales en línea con Dios. Estoy
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seguro que así como ha fortalecido mi
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vida, fortalecerá la suya. Ahora quiero
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invitarle para que vamos entonces al
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salmo capítulo 18. Leamos desde el verso
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1. Escucha lo que dice David. Escribió,
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"Te amo, oh Jehová." Y escucha lo que
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sigue diciendo. Fortaleza mía, Jehová,
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roca mía, castillo mío, mi
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libertador, mi Dios, fortaleza mía en él
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confiaré. mi escudo, la fuerza de mi
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salvación, mi alto refugio. ¿Sabe, mi
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amiga y mi amigo, el salmo capítulo 18
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en la parte B del verso 1 y el verso 2
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nos da a conocer la segunda clave que le
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ayudó a David a estar firme en medio de
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la adversidad y es esta, escúchela.
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David, en medio de las
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dificultades, sabía mirar a Dios.
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Y creo que me quedo corto con la palabra
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mirar. Más bien podría decir que David
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sabía mirar a Dios. El salmo 18 nos da a
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conocer nueve maneras diferentes como
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David miraba a Dios. Y creo que me quedo
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corto con la palabra mirar. Creo que más
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bien debería decir nueve maneras en las
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cuales David aprendió a conocer a Dios.
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Escúcha. David dijo, Salmo 18 verso 1,
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parte B, fortaleza mía. ¿Sabe qué es una
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fortaleza? Una fortaleza es un lugar que
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brinda refugio, que brinda seguridad. Es
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un lugar construido para soportar
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invasiones, para soportar ataques
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externos del enemigo. Las fortalezas
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contaban con grandes murallas que
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protegían. Y David aprendió a ver a Dios
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de esa manera, como su fortaleza, un
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lugar donde podía refugiarse cuando los
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problemas crecían. Número dos. En el
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verso número dos, David dice acerca de
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Dios, "Mi roca."
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Mire, antiguamente las rocas le
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proporcionaban al viajero del desierto
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un lugar de descanso. Si ellos
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encontraban una roca, allí podían
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refugiarse del duro calor del desierto.
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La roca proporcionaba
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sombra. Ahora, en los desiertos
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encontramos lugares poco firmes, arenas
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movedizas.
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Pero si el viajero encontraba una roca
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en pleno desierto, él podía estar seguro
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de algo. Y era que ese lugar donde
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estaba la roca era firme. Y si la roca
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tenía grietas, él podía entrar allí y
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refugiarse. Y David vio a Dios como su
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roca, como ese lugar donde podía
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encontrar refugio y donde podía
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encontrar
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descanso. Número tres, David dice
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también, "Castillo mío." David sabía que
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cuando la adversidad llegaba, había un
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lugar donde podía refugiarse, un lugar
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inexpugnable.
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Mire, los pueblos antiguos vivían en
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violentas, sangrientas y constantes
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guerras y los castillos le brindaban
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protección a los reyes y a los
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gobernantes. Por eso David cuando miraba
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a Dios, lo miraba también como su
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castillo, como un lugar donde él podía
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estar seguro. Número cuatro, David
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aprendió a ver a Dios como su
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libertador. Y quiero en esta parte
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invitarle para que por unos instantes
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piense en ese libertador de su país, en
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esos héroes de independencia.
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Y piense como ellos con espada en mano
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abrieron camino a la independencia de su
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patria. Pues mire, mi amiga y mi amigo,
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y sin pretender compararlo con ningún
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hombre, escuche esto, Dios es su
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libertador, aquel que va delante de
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usted abriendo paso, abriendo camino,
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rompiendo cadenas, dándole esa salida
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que usted necesita. Eso es lo que hace
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un libertador. Y David aprendió a ver y
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a conocer a Dios de esa manera como su
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libertador. Número cinco, David aprendió
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a ver a Dios como su Dios. Es que así lo
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dijo, mi Dios. Para David no había otro.
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Era el único en el cual podía poner su
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confianza. No había otro en el cual
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poner su fuerza.
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No había otro al cual adorar. Cuando
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David dice, "Mi Dios", está dándole a
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Dios el lugar que él merece, el lugar
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que él debe tener. Número seis, David
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aprendió a ver a Dios como su fortaleza.
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Y aunque es la segunda vez que se repite
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la palabra fortaleza, aquí nos habla de
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una manera diferente a la anterior. En
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la primera nos hablaba de un lugar de
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refugio, un lugar que brinda seguridad,
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pero aquí nos habla de la fortaleza que
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Dios da para soportar, para recuperar la
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fuerza. No sé si usted ha visto de
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pronto esas películas que hablan de la
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fuente de la eterna juventud, donde el
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personaje está a punto de morir, llega a
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la fuente, toma del agua y enseguida se
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sana. Si ha visto películas así, pues
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mire, David miraba a Dios como la fuente
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donde él podía ir y recuperar su vigor,
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su ánimo, su esperanza, su fortaleza.
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Así miraba y conocía David a Dios.
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Número siete. David miraba a Dios como
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su escudo. Mire, en la guerra, cuando
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las flechas del enemigo eran lanzadas,
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los soldados podían refugiarse y
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proteger su integridad en el escudo.
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Podían proteger su cabeza y su pecho.
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Pues mire, David aprendió a ver a Dios
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como su escudo, el lugar donde podía
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refugiarse, protegerse, frente a
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cualquier cosa que las circunstancias
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difíciles le pudieran hacer sentir
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pecho, corazón y pensar cabeza, mente.
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Número ocho, David aprendió a ver a Dios
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como su salvador. Dice, "La fuerza de mi
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salvación." David sabía que Dios era el
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que iba delante de él. David sabía que
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Dios era quien le defendía, que era su
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salvador. Y David aprendió a ver a Dios
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número nueve como su alto refugio. Y un
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alto refugio nos habla de una torre alta
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donde había un centinela y desde allí él
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podía ver al enemigo y si lo veía con
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tiempo podía ayudar al ejército a estar
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preparado. Ese era un alto refugio. Y
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David aprendió a ver a Dios como eso,
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como su alto refugio. Le repito, mi
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amiga y mi amigo, David pasó por duras
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pruebas, por muchas dificultades, pero
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salió victorioso de cada una de ellas. Y
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una de las claves que le ayudó a David a
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estar fuerte en medio de la adversidad
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está allí en que él supo mirar a Dios.
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Mire, puede que hoy las circunstancias
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le hagan pensar que usted está solo, que
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Dios le ha abandonado, que está
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derrotado, que no hay salida, que toda
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esperanza se perdió. Pero le invito para
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que usted y yo hoy nos levantemos y
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sigamos el ejemplo de David y aprendamos
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a ver y a conocer a Dios de la manera
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correcta. Veamos a Dios como nuestra
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fortaleza, como nuestra roca, como
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nuestro castillo, como nuestro
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libertador, como nuestro Dios, como
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aquel que fortalece nuestra vida, como
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nuestro escudo, como la fuerza de
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nuestra salvación y como nuestro alto
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refugio. Refugiémonos en Dios y en los
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momentos de adversidad leamos, meditemos
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y hagamos nuestro el salmo capítulo 18,
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tanto el verso 1 como el verso 2. Señor,
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te damos gracias por este tiempo que tú
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nos regalas. Gracias Dios por esta
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hermosa palabra que nos has regalado el
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día de hoy. Nueve maneras en las cuales
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podemos mirarte. Nueve maneras en las
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cuales podemos conocerte, Dios. Señor,
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nuestra oración hoy es ayúdanos a estar
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firmes, que la adversidad no nos
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derribe, que fortalezcamos nuestra vida
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en ti. Hoy, Cristo Jesús, abrimos
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nuestro corazón, te reconocemos como
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nuestro Señor, como nuestro Salvador
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personal. Gracias por entregar tu vida
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en la cruz y darnos contigo una nueva
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vida y una nueva esperanza.
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Todos enfrentamos situaciones difíciles
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y es allí donde necesitamos que nuestra
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fe sea más firme que nunca. En el libro
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Levántate, Rodrigo Riaño del Castillo te
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trae una guía práctica para fortalecer y
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cultivar una relación más íntima con
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Dios.
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Levántate es el libro que te prepara a
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enfrentar los desafíos de la vida con
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