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Gabriel García Márquez 100 años de
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soledad capítulo 16
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llovió cuatro años 11 meses y dos días
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hubo épocas de llovizna en que todo el
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mundo se puso sus ropas de pontifical y
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se compuso una cara de convaleciente
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para celebrar la acampada pero pronto se
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acostumbraron a interpretar las pausas
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como anuncios de recrudecimiento se
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desenpedraba el cielo en unas
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tempestades de estropicio y el norte
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mandaba unos huracanes que
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desportillaron techos y derribaron
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paredes y desenterraron de raíz las
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últimas cepas de las plantaciones como
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ocurrió durante la peste del insomnio
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que Úrsula se dio a recordar por
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aquellos días la propia calamidad iba
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inspirando defensas contra el tedio
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Aureliano segundo fue uno de los que más
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hicieron para No dejarse vencer por la
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ociosidad
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había ido a la casa por algún asunto
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casual la noche en que el señor Brown
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convocó la tormenta y Fernanda traté de
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auxiliarlo con un paraguas medio
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desvarillado que encontré en un armario
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no hace falta dijo él me quedo aquí
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hasta que escampe no era por supuesto un
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compromiso ineludible pero estuvo a
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punto de cumplirlo al pie de la letra
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como su ropa estaba en casa de
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petracotes se quitaba cada tres días la
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que llevaba puesta y esperaba en
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calzoncillos mientras la lavaban para no
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aburrirse se entregó a la tarea de
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componer los numerosos desperfectos de
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la casa
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ajuste bisagras aceite cerraduras
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atornillé albas y nivelé llevas durante
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varios meses se le dio vagar con una
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caja de herramientas que debieron
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olvidar los gitanos en los tiempos de
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José Arcadio Buendía y nadie supo Si fue
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por la gimnasia involuntaria por el
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tedio invernal o por la abstinencia
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obligada que la panza se le fue
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desinflando poco a poco como un pellejo
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y la cara de tortuga beatifica se le
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hizo menos sanguínea y menos
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protuberante la papada hasta que todo el
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terminé por ser menos paquidérmico y
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pudo amarrarse otra vez los cordones de
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los zapatos
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viéndolo montar picaportes y desconectar
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relojes Fernanda se preguntó si no
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estaría incurriendo también en el vicio
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de hacer para deshacer como el coronel
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Aureliano Buendía con los pescaditos de
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oro amaranta con los botones y la
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mortaja José Arcadio segundo con los
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pergaminos y Úrsula con los recuerdos
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pero no era cierto lo malo era que la
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lluvia lo trastornaba todo y las
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máquinas más áridas echaban flores por
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entre los engranajes si no se les
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afeitaba cada tres días y se oxidaban
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los hilos de los brocados y le nacían
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algas de azafrán a la ropa mojada la
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atmósfera era tan húmeda que los peces
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hubieran podido entrar por las puertas y
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salir por las ventanas navegando en el
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aire de los aposentos una mañana
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despertó Úrsula sintiendo que se acababa
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en un soponcio de placidez y ya había
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pedido que le llevaran al padre Antonio
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Isabel aunque fuera en andas Cuando
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Santa Sofía de La Piedad descubrió que
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tenía la espalda adoquinada de
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sanguijuelas
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se las desprendieron una por una
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achicharrando las con tizones antes de
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que terminaran de desangraría fue
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necesario excavar canales para desaguar
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la casa y desembarazarla de sapos y
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caracoles de modo que pudieran secarse
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los pisos quitar los ladrillos de las
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patas de las camas y caminar otra vez
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con zapatos
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entretenido con las múltiples minucias
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que reclamaban su atención Aureliano
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segundo no se dio cuenta de que se
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Estaba volviendo viejo hasta una tarde
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en que se encontró contemplando el
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atardecer prematuro desde un mecedor y
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pensando en petracotes sin estremecerse
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no habría tenido ningún inconveniente en
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regresar al amor insípido de Fernanda
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cuya belleza se había reposado con la
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madurez pero la lluvia lo había puesto a
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salvo de toda emergencia Pasional y le
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había infundido la serenidad esponjosa
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de la inapetencia se divirtió pensando
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en las cosas que hubiera podido hacer en
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otro tiempo con aquella lluvia que ya
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iba para un año
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había sido uno de los primeros que
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llevaron láminas de sínca macondo mucho
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antes de que la compañía bananera las
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pusiera de moda solo por techar con
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ellas el dormitorio de petracates y
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solazarse con la impresión de intimidad
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profunda que en aquella época le
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producía la crepitación de la lluvia
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pero hasta esos recuerdos locos de su
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juventud estrafalaria lo dejaban
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impávido como si en la última parranda
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hubiera agotado sus cuotas de salasidad
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y solo le hubiera quedado el premio
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maravilloso de poder evocaría sin
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amargura ni arrepentimientos
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hubiera podido pensarse que el diluvio
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le había dado la oportunidad de sentarse
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a reflexionar y que el trajín de los
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alicates y las alcusas le había
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despertado la añoranza tardía de tantos
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oficios útiles Como hubiera podido hacer
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y no hizo en la vida pero ni lo uno ni
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lo otro era cierto porque la tentación
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de sedentarismo y domesticidad que lo
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andaba rondando no era fruto de la
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recapacitación ni el escarmiento
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le llegaba de mucho más lejos
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desenterrada por el trinche de la lluvia
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de los tiempos en que leía en el cuarto
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de melquíades las prodigiosas fábulas de
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los tapices volantes y las ballenas que
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se alimentaban de barcos con
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tripulaciones fue por esos días que en
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un descuido de Fernanda apareció en el
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corredor El pequeño Aureliano y su
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abuelo conoció el secreto de su
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identidad le corté el pelo lo vistió le
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enseñó a perderle el miedo a la gente y
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muy pronto se vio que era un legítimo
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Aureliano Buen día con sus pómulos altos
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su mirada de asombro y su aire Solitario
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para Fernanda fue un descanso hacía
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tiempo que había medido la magnitud de
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su soberbia pero no encontraba como
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remediarla Porque mientras más pensaba
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en las soluciones menos racionales le
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parecían
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de haber sabido que Aureliano segundo
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iba a tomar las cosas como las tomé con
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una buena complacencia de abuelo no le
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habría dado tantas vueltas ni tantos
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plazos sino que desde el año anterior se
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hubiera liberado de la mortificación
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para amaranta Úrsula que ya había mudado
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los dientes el sobrino Fue como un
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juguete escurridizo que la consolé del
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tedio de la lluvia
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Aureliano segundo se acorde entonces de
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la enciclopedia inglesa que nadie había
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vuelto a tocar en el Antiguo dormitorio
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de memé empezó por mostrarles las
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láminas a los niños en especial las de
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animales y más tarde los mapas y las
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fotografías de países remotos y
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personajes célebres
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como no sabía inglés y como apenas podía
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distinguir las ciudades más conocidas y
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las personalidades más corrientes se dio
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a inventar nombres y leyendas para
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satisfacer la curiosidad Insaciable de
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los niños
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Fernanda creía De veras que su esposo
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estaba esperando a que escampara para
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volver con la concubina
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en los primeros meses de la lluvia temió
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que el intentara deslizarse hasta su
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dormitorio y que ella iba a pasar por la
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vergüenza de revelarle que estaba
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incapacitada para la reconciliación
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desde el nacimiento de amaranta Úrsula
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Esa era la causa de su ansiosa
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correspondencia con los médicos
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invisibles interrumpida por los
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frecuentes desastres del correo Durante
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los primeros meses cuando se supo que
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los trenes se descarrilaban en la
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tormenta una carta de los médicos
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invisibles le Indicó que se estaban
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perdiendo las suyas más tarde cuando se
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interrumpieron los contactos con sus
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corresponsales ignotos había pensado
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seriamente en ponerse la máscara de
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tigre que usó su marido en el carnaval
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sangriento para hacerse examinar con un
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nombre ficticio por los médicos de la
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compañía bananera
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pero una de las tantas personas que
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pasaban a menudo por la casa llevando
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las noticias Ingratas del diluvio le
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había dicho que la compañía estaba
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desmantelando sus dispensarios para
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llevárselos a tierras de escampada
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entonces perdió la esperanza se resignó
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a aguardar que pasara la lluvia y se
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normalizara el correo y mientras tanto
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se aliviaba de sus dolencias secretas
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con recursos de inspiración porque
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hubiera preferido morirse a ponerse en
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manos del único médico que quedaba en
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macondo el francés extravagante que se
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alimentaba con hierba para burros se
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había aproximado a Úrsula confiando en
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que ella conociera algún paliativo para
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sus quebrantos
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pero la tortuosa costumbre de no Llamar
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las cosas por su nombre la llevó a poner
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lo anterior en lo posterior y a
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sustituir lo parido por lo expulsado y a
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cambiar flujos por ardores para que todo
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fuera menos vergonzoso de manera que
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Úrsula concluyó razonablemente que los
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trastornos no eran uterinos sino
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intestinales y le aconsejó que tomara en
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ayunas una papeleta de calomel de no
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haber sido por ese padecimiento que nada
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hubiera tenido depuendo para alguien que
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no estuviera también enfermo de
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puribundez y de no haber sido por la
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pérdida de las cartas a Fernanda no le
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habría importado la lluvia Porque al fin
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de cuentas toda la vida había sido para
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ella como si estuviera lloviendo no
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modificó los horarios ni perdoné los
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ritos
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cuando todavía estaba la mesa alzada
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sobre ladrillos y puestas las sillas
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sobre tablones para que los comensales
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no se mojaran los pies ella seguía
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sirviendo con manteles de Lino y
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vajillas chinas y prendiendo los
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candelabros en la cena porque
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consideraba que las calamidades no
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podían tomarse de pretexto para el
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relajamiento de las costumbres
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nadie había vuelto asomarse a la calle
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si de Fernando hubiera dependido no
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habrían vuelto a hacerlo jamás No solo
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desde que empezó a llover sino desde
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mucho antes puesto que ella consideraba
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que las puertas se habían inventado para
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cerrarlas y que la curiosidad por lo que
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ocurría en la calle era cosa de rameras
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Sin embargo ella fue la primera en
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asomarse cuando avisaron que estaba
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pasando el entierro del Coronel gerindo
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Márquez Aunque lo que vio Entonces por
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la ventana entreabierta la dejó en tal
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estado de aflicción que durante mucho
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tiempo estuvo arrepintiéndose de su
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debilidad
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no habría podido concebirse un cortejo
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más desolado habían puesto el ataúd en
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una carreta de bueyes sobre la cual
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construyeron un cobertizo de hojas de
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banano pero la presión de la lluvia era
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tan intensa V las calles estaban tan
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empantanadas que a cada paso se
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atollaban las ruedas y el cobertizo
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estaba a punto de desbaratarse los
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chorros de agua triste que caían sobre
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el ataúd iban ensopando la bandera que
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le habían puesto encima y que era en
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realidad la bandera sucia de sangre y de
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pólvora repudiada por los veteranos más
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dignos sobre el ataúd habían puesto
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también El sable con borlas de cobre y
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seda el mismo que el coronel Márquez
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colgaba en la percha de la sala para
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entrar inerme al costurero de amaranta
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detrás de la carreta algunos descalzos y
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todos con los pantalones a media pierna
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chapaleaban en el fango los últimos
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sobrevivientes de la capitulación de
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neerlandia llevando en una mano el
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bastón de carreto y en la otra una
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corona de flores de papel descoloridas
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por la lluvia
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aparecieron como una visión irreal en la
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calle que todavía llevaba el nombre del
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Coronel Aureliano Buendía y todos
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miraron la casa al pasar y doblaron por
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la esquina de la plaza donde tuvieron
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que pedir ayuda para sacar la carreta
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atascada Úrsula se había hecho llevar a
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la puerta por Santa Sofía de La Piedad
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siguió con tanta atención las peripecias
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del entierro que nadie dudó de que lo
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estaba viendo sobre todo porque su
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alzada mano de Arcángel anunciador se
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movía con los cabeceos de la carreta
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Adiós gerineldo hijo mío grité
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salúdame a mi gente y dile que nos vemos
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cuando escape
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Aureliano segundo la ayude a volver a la
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cama y con la misma informalidad con que
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la trataba siempre le preguntó el
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significado de su despedida es verdad
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dijo ella nada más estoy esperando que
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pase la lluvia para morirme el estado de
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las calles alarmó a Aureliano segundo
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tardíamente preocupado por la suerte de
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sus animales se echó encima un Lienzo
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encerado y fue a casa de petracotes la
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encontró en el patio con el agua a la
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cintura tratando de desencallar El
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cadáver de un caballo
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Aureliano segundo la ayudé con una
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tranca y el enorme cuerpo tumefacto dio
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una vuelta de campana y fue arrastrado
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por el torrente de barro líquido desde
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que empezó la lluvia petracotes no había
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hecho más que desembarazar su patio de
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animales muertos
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en las primeras semanas le mandó recados
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Aureliano segundo para que tomara
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providencias urgentes y él había
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contestado que no había prisa que la
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situación no era alarmante que ya se
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pensaría en algo cuando escapara
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le mandé a decir que los potreros se
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estaban inundando que el ganado se
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fugaba hacia las tierras altas donde no
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había que comer y que estaban a merced
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del tigre y la peste no hay nada que
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hacer le contestó Aureliano segundo ya
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nacerán otros cuando escampe
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petracotes los había visto morir a
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rasmadas y apenas si se daba abasto para
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destazar a los que se quedaban atollados
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vio con una impotencia sorda como el
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diluvio fue exterminando sin
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misericordia una fortuna que en un
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tiempo se tuvo como la más grande y
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sólida de macondo y de la cual no
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quedaba sino la pestilencia cuando
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Aureliano segundo decidió ir a ver lo
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que pasaba solo encontró el cadáver del
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caballo y una muy escuálida entre los
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escombros de la caballeriza
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petracotes lo vio llegar sin sorpresa
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sin alegría ni resentimiento y apenas se
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permitió una sonrisa irónica
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a buena hora dijo
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estaba envejecida en los puros huesos y
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sus lanceolados ojos de animal carnívoro
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se habían vuelto tristes y mansos de
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tanto mirar la lluvia
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Aureliano segundo se quedó más de tres
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meses en su casa No porque entonces se
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sintiera mejor allí que en la de su
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familia sino porque necesité todo ese
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tiempo para tomar la decisión de echarse
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otra vez encima el pedazo de Lienzo
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encerado no hay prisa dijo como había
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dicho en la otra casa
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Esperemos que Escape en las próximas
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horas en el curso de la primera semana
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se fue acostumbrando a los desgastes que
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habían hecho el tiempo y la lluvia en la
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salud de su concubina y poco a poco fue
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viendola como era antes acordándose de
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sus desafueros jubilosos y de la
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fecundidad de delirio que su amor
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provocaba en los animales y en parte por
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amor y en parte por interés una noche de
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la segunda semana la despertó con
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caricias apremiantes
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petracotes no reaccionó Duerme tranquilo
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murmuró ya los tiempos no están para
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estas cosas
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Aureliano segundo se vio a sí mismo en
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los espejos del techo vio la espina
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dorsal de Petra cotos como una hilera de
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carretes ensartados en un Mazo de
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nervios marchitos y comprendió que ella
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tenía razón no por los tiempos sino por
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ellos mismos que ya no estaban para esas
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cosas
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Aureliano segundo regresó a la casa con
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sus baúles convencido de que no solo
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Úrsula sino todos los habitantes de
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macondo estaban esperando que escampara
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para morirse
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los había visto al pasar sentados en las
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salas con la mirada absorta y los brazos
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cruzados sintiendo transcurrir un tiempo
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entero un tiempo sin desbabrar porque
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era inútil dividirlo en meses y años y
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los días en horas cuando no podía
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hacerse nada más que contemplar la
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lluvia los niños recibieron alborozados
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Aureliano segundo quien volvió a tocar
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para ellos el acordeón asmático
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pero el concierto no les llamó tanto la
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atención como las sesiones
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enciclopédicas de modo que otra vez
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volvieron a reunirse en el dormitorio de
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Memo donde la imaginación de Aureliano
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segundo convirtió el dirigible en un
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elefante Volador que buscaba un sitio
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para dormir entre las nubes en cierta
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ocasión encontró un hombre de a caballo
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que a pesar de su atuendo exótico
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conservaba un aire familiar y después de
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mucho examinarlo llegó a la conclusión
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de que era un retrato del Coronel
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Aureliano Buendía
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se lo mostró a Fernanda y también ella
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admitió el parecido del jinete no solo
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con el coronel sino con todos los
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miembros de la familia Aunque en verdad
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era un Guerrero tártaro Así se le fue
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pasando el tiempo entre El coloso de
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Rodas y los encantadores de serpientes
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hasta que su esposa le anunció que no
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quedaban más de 6 kilos de carne salada
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y un saco de arroz en el granero y ahora
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que quieres que haga
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preguntó él yo no sé contestó Fernanda
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eso es asunto de hombres
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bueno dijo Aureliano segundo algo se
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hará cuando escape siguió más interesado
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en la enciclopedia que en el problema
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doméstico aún cuando tuvo que
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conformarse con una piltrafa y un poco
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de arroz en el almuerzo ahora es
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imposible hacer nada decía no puede
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llover toda la vida y mientras más
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largas le daba a las urgencias del
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granero más intensas se iba haciendo la
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indignación de Fernanda hasta que sus
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protestas eventuales sus desahogos poco
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frecuentes se desbordaron en un torrente
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Incontenible desatado que empezó una
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mañana como el monótono bordón de una
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guitarra y que a medida que avanzaba el
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día fue subiendo de tono cada vez más
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rico más espléndido
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Aureliano segundo no tuvo conciencia de
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la cantaleta hasta el día siguiente
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después del desayuno cuando se sintió
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aturdido por un abejorreo que era
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entonces más fluido y alto que el rumor
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de la lluvia y era Fernanda que se
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paseaba por toda la casa doliéndose de
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que la hubieran educado como una reina
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para terminar de sirvienta en una casa
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de locos con un marido holgazán idolatra
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libertino que se acostaba boca arriba a
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esperar que le llovieran panes del cielo
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Mientras ella se destroncaba los riñones
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tratando de mantener a flote un hogar en
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parapetado con alfileres Donde había
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tanto que hacer Tanto que soportar y
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corregir Desde que amanecía Dios hasta
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la hora de acostarse que llegaba a la
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cama con los ojos llenos de polvo de
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vidrio y sin embargo nadie le había
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dicho Nunca Buenos días Fernanda que tal
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noche pasaste Fernanda ni le habían
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preguntado aunque fuera por cortesía
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porque estaba tan pálida ni porque
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despertaba con esas ojeras de Violeta
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a pesar de que ella no esperaba Por
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supuesto que aquellos saliera del resto
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de una familia que al fin y al cabo la
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había tenido siempre como un estorbo
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como el trapito de bajar la olla como un
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monigote pintado en la pared y que
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siempre andaban desbarrando contra ella
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por los rincones llamando la santurrona
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llamando la farisea llamándola lagarta y
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hasta amaranta que en paz descanse había
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dicho de viva voz que ella era de las
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que confundían el recto con las
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temporadas Bendito sea Dios que palabras
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y ella había aguantado todo con
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resignación por las intenciones del
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santo padre pero no había podido
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soportar más cuando el malvado de José
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Arcadio segundo dijo que la perdición de
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la familia había sido abrirle las
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puertas a una cachaca Imagínese una
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cachaca mandona valgame Dios una cachaca
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hija de la mala saliva de la misma
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índole de los cachacos que mandó el
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gobierno a matar trabajadores dígame
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usted y se refería a nadie menos que a
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ella la ahijada del Duque de Alba
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una dama con tanta alcurnia que le
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revolvía el hígado a las esposas de los
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presidentes una fijo dalga de sangre
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como ella que tenía derecho a firmar con
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11 apellidos peninsulares y que era el
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único mortal En Ese Pueblo De bastardos
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que no se sentía en berenjenado frente a
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16 cubiertos para que luego el
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adúlterodó su marido dijera muerto de
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risa que tantas cucharas y tenedores y
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tantos cuchillos y cucharitas no era
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cosa de cristianos sino de ciempiés y la
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única que podía determinar
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a ojos cerrados cuando se servía el vino
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blanco y de qué lado y en qué copa y
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cuando se servía el Vino rojo y de qué
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lado y en qué copa y no como la montura
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de amaranta que en paz descanse que
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creía que el vino blanco se servía de
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día y el Vino rojo de noche y la única
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en todo el litoral que podía
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vanagloriarse de no haber hecho del
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cuerpo sino en bacinillas de oro para
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que luego el coronel Aureliano Buen día
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que en paz descanse
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tuviera el atrevimiento de preguntar con
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su mala bilis de masón de donde había
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merecido ese privilegio si era que olla
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no cagaba sino astromelias
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imagínense con esas palabras y para que
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Renata su propia hija que por
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indiscreción había visto sus aguas
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mayores en el dormitorio contestar a que
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de verdad La bacinilla era de mucho oro
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y de mucha heráldica pero que lo que
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tenía dentro era pura
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física y peor todavía que las otras
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porque era de cachaca Imagínese
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su propia hija de modo que nunca se
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había hecho ilusiones con el resto de la
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familia Pero de todos modos tenía
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derecho a esperar un poco de más
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consideración de parto todo su esposo
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puesto que bien o mal era su cónyuge de
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Sacramento su autor su legítimo
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perjudicador que se echó encima por
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voluntad libre y soberana la grave
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responsabilidad de sacarla del solar
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paterno donde nunca se privé ni se dolió
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De nada donde tejía Palmas fúnebres por
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gusto de entretenimiento puesto que su
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padrino había mandado una una carta con
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su firma y el sello de su anillo impreso
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en el acre solo para decir que las manos
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de su ahijada no estaban hechas para
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menesteres de este mundo como no fuera
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tocar el clavicordio y sin embargo el
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insensato de su marido la había sacado
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de su casa con todas las admoniciones y
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advertencias y la había llevado a
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aquella paila de infierno donde no se
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podía respirar de calor y antes de que
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ella acabara de guardar sus dietas de
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Pentecostés Ya sé había ido con sus
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baúles trashumantes y su acordeón de
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perdulario a holgar en adulterio con una
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desdichada a quien bastaba con Verle las
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nalgas Bueno ya estaba dicho a quien
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bastaba con Verle menear las nalgas de
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potranca para adivinar que era una que
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era una todo lo contrario de ella que
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era una dama en el Palacio o en la
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pocilga en la mesa o en la cama una dama
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de nación temerosa de Dios obediente de
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sus leyes y sumisa a su designio y con
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quien no podía hacer por supuesto
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Las Maromas y vagabundinas que hacía con
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la otra que por supuesto se prestaba a
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todo como las matronas francesas y peor
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aún pensándolo bien porque estas al
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menos tenían la honradez de poner un
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foco Colorado en la puerta semejantes
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porquerías Imagínese ni más faltaba con
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la hija única y bien amada de Doña
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Renata argote y Don Fernando del Carpio
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y sobre todo de este por supuesto un
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santo varón un cristiano de los grandes
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caballero de la orden del santo sepulcro
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de esos que reciben directamente de Dios
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El privilegio de conservarse intactos en
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la tumba con la piel tersa como raso de
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novia y los ojos vivos y diáfanos como
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las esmeraldas
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eso sí no es cierto la interrumpió
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Aureliano segundo cuando lo trajeron ya
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apestaba había tenido la paciencia de
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escucharla un día entero hasta
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sorprendería en una falta
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Fernanda no le hizo caso pero bajó la
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voz
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esa noche durante la cena el exasperante
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zumbido de la cantaleta había Derrotado
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al rumor de la lluvia
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Aureliano segundo comió muy poco con la
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cabeza baja y se retire temprano al
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dormitorio en el desayuno del día
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siguiente Fernanda estaba trémula con
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aspecto de haber dormido mal y parecía
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desahogada por completo de sus rencores
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sin embargo cuando su marido preguntó si
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no Sería posible comerse un huevo tibio
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ella no contestó simplemente que desde
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la semana anterior se habían acabado los
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huevos sino que elaboré una virulenta
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diatriba contra los hombres que se
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pasaban el tiempo adorándose el ombligo
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y luego tenían la cachaza de pedir
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hígados de Alondra en la mesa
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Aureliano segundo llevó a los niños a
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verla enciclopedia como siempre y
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Fernanda fingió poner orden en el
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dormitorio de Memo solo para que él la
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oyera murmurar que por supuesto se
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necesitaba tener la cara dura para
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decirles a los pobres inocentes que el
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coronel Aureliano Buendía estaba
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retratado en la enciclopedia
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en la tarde mientras los niños hacían la
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siesta Aureliano segundo se sentó en el
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corredor y hasta allá no persiguió
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Fernanda provocándolo atormentándolo
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girando en torno de él con su implacable
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zumbido de moscardón diciendo que por
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supuesto mientras ya no quedaban más que
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piedras para comer su marido se sentaba
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como un Sultán de Persia a contemplar la
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lluvia porque no era más que eso un
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mampolón un mantenido un bueno para nada
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más flojo que el algodón de burla
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acostumbrado a vivir de las mujeres y
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convencido de que se había casado con la
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esposa de Jonás que se quedó tan
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tranquila con el cuento de la ballena
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Aureliano segundo la oyó más de dos
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horas impasible como si fuera sordo no
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la interrumpió hasta muy avanzada la
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tarde cuando no pudo soportar más la
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resonancia de bombo que le atormentaba
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la cabeza
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Cállate Ya por favor suplicó Fernanda
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por el contrario levantó el tono no
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tengo por qué callarme dijo el que no
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quiera oírme que se vaya
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entonces Aureliano segundo perdió El
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dominio se incorporó sin prisa como si
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solo pensara estirar los huesos y con
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una Furia perfectamente regulada y
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metódica fue agarrando uno tras otro los
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tiestos de begonias las macetas de
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helechos los potes de orégano y uno tras
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otro los fue despedazando contra el
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suelo
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Fernanda se asuste Pues en realidad no
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había tenido hasta entonces una
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conciencia Clara de La tremenda fuerza
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interior de la cantaleta pero ya era
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tarde para cualquier tentativa de
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rectificación
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embriagado por el torrente Incontenible
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del desahogo Aureliano segundo rompió el
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cristal de la vidriera y una por una sin
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apresurarse fue sacando las piezas de la
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vajilla y las hizo polvo contra el piso
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sistemático sereno con la misma
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parsimonia con que había empapelado la
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casa de billetes fue rompiendo luego
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contra las paredes la cristalería de
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bohemia los floreros pintados a mano los
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cuadros de las doncellas en barcas
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cargadas de rosas los espejos de Marcos
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dorados y todo cuanto era rompible desde
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la sala hasta el granero y terminó con
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la tinaja de la cocina que se reventé en
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el centro del patio con una explosión
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profunda luego se lave las manos se echó
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encima el Lienzo encerado y antes de
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medianoche volvió con unos tiesos
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colgajos de carne salada varios sacos de
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arroz y maíz con gorgojo y unos
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desmirriados racimos de plátanos desde
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entonces no volvieron a faltar las cosas
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de comer
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amaranta Úrsula y El pequeño Aureliano
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habían de recordar el diluvio como una
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época feliz
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a pesar del rigor de Fernanda
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chapaleaban en los pantanos del patio
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cazaban lagartos para descuartizarlos y
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jugaban a envenenar la sopa echándole
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polvo de alas de mariposas en los
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descuidos de Santa Sofía de La Piedad
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Úrsula era su juguete más entretenido la
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tuvieron por una gran muñeca de crepita
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que llevaban y traían por los rincones
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disfrazada con trapos de colores y la
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cara pintada con hollín y achiote y una
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vez estuvieron a punto de destriparle
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los ojos como le hacían a los sapos con
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Las tijeras de podar nada les causaba
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tanto alboroso como sus desvaríos en
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efecto algo debió ocurrir en su cerebro
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en el tercer año de la lluvia porque
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poco a poco fue perdiendo el sentido de
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la realidad y confundía el tiempo actual
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con épocas remotas de su vida hasta el
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punto de que en una ocasión pasó tres
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días llorando sin Consuelo por la muerte
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de Petronila y huaran su bisabuela
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enterrada Desde hacía más de un siglo
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se hundió en un estado de confusión tan
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disparatado que creía que el pequeño
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Aureliano era su hijo el coronel por los
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tiempos en que lo llevaron a conocer el
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hielo y que el José Arcadio que estaba
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entonces en el seminario era el
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primogénito que se fue con los gitanos
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tanto habló de la familia que los niños
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aprendieron a organizarle visitas
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imaginarias con seres que no solo habían
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muerto Desde hacía mucho tiempo sino que
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habían existido en épocas distintas
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sentada en la cama con el pelo cubierto
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de ceniza y la cara tapada con un
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pañuelo rojo Úrsula era feliz en medio
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de la parentela y real que los niños
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describían sin omisión de detalles como
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si de verdad la hubieran conocido
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Úrsula conversaba con sus antepasados
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sobre acontecimientos anteriores a su
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propia existencia gozaba con las
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noticias que le daban y lloraba con
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ellos por muertos mucho más recientes
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que los mismos contertulios
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los niños No tardaron en advertir que en
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el curso de esas visitas fantasmales
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Úrsula planteaba siempre una pregunta
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destinada a establecer Quién era el que
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había llevado a la casa durante la
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Guerra un San José de yeso de tamaño
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natural para que lo guardaran mientras
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pasaba la lluvia fue así como Aureliano
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segundo se acordé de la fortuna
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enterrada en algún lugar que solo Úrsula
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conocía pero fueron inútiles las
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preguntas y las maniobras astutas que se
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le ocurrieron porque en los laberintos
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de su desvarío ella parecía conservar un
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margen de lucidez para defender aquel
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secreto que sólo había de revelar a
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quien demostrara ser el verdadero dueño
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del Oro sepultado era tan hábil y tan
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estricta que cuando Aureliano segundo
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instruyó a uno de sus compañeros de
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parranda para que se hiciera pasar por
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el propietario de la fortuna ella lo
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enredó en un interrogatorio minucioso y
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sembrado de trampas sutiles
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convencido de que Úrsula se llevaría el
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secreto a la tumba Aureliano segundo
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contrató una Cuadrilla de excavadores
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con el pretexto de que construyeran
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canales de desagüe en el patio y en el
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traspatio y el mismo sondeo el suelo con
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barretas de hierro Y con toda clase de
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detectores de metales sin encontrar nada
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que se pareciera al oro en tres meses de
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exploraciones exhaustivas más tarde
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recurrió a Pilar ternera con la
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esperanza de que las Barajas vieran más
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que los cavadores pero ella empezó por
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explicarle que era inútil cualquier
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tentativa mientras no fuera Úrsula quien
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cortara el naipe
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confirmé en cambio la existencia del
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tesoro con la precisión de que eran
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7.214 monedas enterradas en tres sacos
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de lona con jaretas de alambre de cobre
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dentro de un círculo con un radio de 122
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metros tomando como centro la cama de
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Úrsula pero advirtió que no sería
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encontrado antes de que acabara de
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llover y Los Soles de tres junios
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consecutivos convirtieran en polvo los
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barrizales la profusión y la meticulosa
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vaguedad de los datos le parecieron a
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Aureliano segundo tan semejantes a las
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fábulas espiritistas que insistió en su
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empresa a pesar de que estaban en agosto
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y habría sido necesario esperar por lo
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menos tres años para satisfacer las
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condiciones del pronóstico lo primero
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que le causó asombro Aunque al mismo
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tiempo aumentó su confusión fue el
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comprobar que había exactamente 122
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metros de la cama de Úrsula a la cerca
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del traspatio
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Fernanda temió que estuviera tan loco
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como su hermano gemelo Cuando lo vio
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haciendo las mediciones Y peor aún
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cuando ordenó a las cuadrillas de
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excavadores profundizar un metro más en
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la zanjas
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presa de un delirio exploratorio
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comparable apenas al del bisabuelo
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cuando buscaba la ruta de los inventos
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Aureliano segundo perdió las últimas
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bolsas de grasa que le quedaban y la
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antigua semejanza con el hermano gemelo
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se fue otra vez acentuando no solo por
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el escurrimiento de la figura sino por
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el aire distante y la actitud
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ensimismada no volvió a ocuparse de los
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niños
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comía a cualquier hora embarrado de pies
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a cabeza y lo hacía en un rincón de la
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cocina contestando apenas a las
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preguntas ocasionales de Santa bvofia de
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La Piedad
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viéndolo trabajar en aquella forma como
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nunca soñó que pudiera hacerlo Fernanda
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creyó que su temeridad era diligencia y
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que sí codicia era abnegación y que su
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tozudez era perseverancia y le
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remordieron las entrañas por la
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virulencia con que había despotricado
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contra su desidia pero Aureliano segundo
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no estaba entonces para reconciliaciones
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misericordiosas
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hundido hasta el cuello en una ciénaga
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de razones muertas y flores podridas
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volteó al derecho y al revés el suelo
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del jardín después de haber terminado
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con el patio y el traspatio y barrene
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tan profundamente los cimientos de la
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Galería oriental de la casa que una
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noche despertaron aterrorizados por lo
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que parecía ser un cataclismo tanto por
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las trepidaciones como por el pavoroso
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crujido subterráneo y era que tres
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aposentos se estaban desbarrancando y se
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había abierto Una grieta de
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escalofrío desde el corredor hasta el
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dormitorio de Fernanda
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Aureliano segundo no renunció por eso a
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la exploración
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aún cuando ya se habían extinguido las
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últimas esperanzas y lo único que
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parecía tener algún sentido eran las
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predicciones de las Barajas reforzó los
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cimientos mellados resane la grieta con
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argamasa y continúe excavando en el
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costado occidental allí estaba todavía
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la segunda semana del junio siguiente
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cuando la lluvia empezó a apaciguarse y
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las nubes se fueron alzando y se vio que
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de un momento a otro iba a escapar así
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fue un viernes a las 2 de la tarde se
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alumbré el mundo con un sol bobo Bermejo
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y áspero como polvo de ladrillo y casi
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tan fresco como el agua y no volvió a
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llover en 10 años
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macondo estaba en ruinas en los pantanos
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de las calles quedaban muebles
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despedazados esqueletos de animales
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cubiertos delirios colorados últimos
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recuerdos de las hordas de Ade benedizos
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que se fugaron de macondo tan
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atolondradamente como habían llegado
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las casas paradas con tanta urgencia
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durante la fiebre del banano habían sido
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abandonadas
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la compañía bananera desmantelé sus
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instalaciones
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de la antigua ciudad alambrada solo
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quedaban los escombros las casas de
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madera las frescas Terrazas donde
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transcurrían las serenas tardes de
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naipes parecían arrasadas por una
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anticipación del viento profético que
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años después había de borrar a macondo
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de la faz de la tierra el único rastro
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humano que dejó aquel soplo voraz fue un
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guante de Brown en el automóvil sofocado
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por las trinitarias la región encantada
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que exploré José Arcadio Buendía en los
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tiempos de la fundación y donde luego
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prosperaron las plantaciones de banano
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era un Medal de cepas putrefactas en
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cuyo Horizonte terremoto se alcanzó a
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ver por varios años la espuma silenciosa
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del mar
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Aureliano segundo padeció una crisis de
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aflicción el primer domingo que vistió
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ropas secas y salió a reconocer el
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pueblo
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los sobrevivientes de la catástrofe los
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mismos que ya vivían en macondo antes de
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que fuera sacudido por el huracán de la
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compañía bananera estaban sentados en
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mitad de la calle Gozando de los
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primeros soles todavía conservaban en la
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piel el verde de alga y el olor de
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Rincón que les imprimió la lluvia pero
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en el fondo de sus corazones parecían
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satisfechos de haber recuperado el
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pueblo en que nacieron la calle de los
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turcos era otra vez la de antes la de
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los tiempos en que los árabes de
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pantuflas y argollas en las orejas que
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recorrían el mundo cambiando guacamayas
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por chucherías hallaron en macondo un
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buen Recodo para descansar de su
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milenaria condición de gente tras su
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muerte
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al otro lado de la lluvia la mercancía
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de los bazares estaba cayéndose a
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pedazos los géneros abiertos en la
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puerta estaban veteados de musgo los
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mostradores socavados por el comején Y
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las paredes carcomidas por la humedad
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pero los árabes de la tercera generación
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estaban sentados en el mismo lugar y en
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la misma actitud de sus padres y sus
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abuelos taciturnos impávidos
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invulnerables al tiempo y al desastre
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también vivos o tan muertos Como
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estuvieron después de la peste del
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insomnio y de las 32 guerras del Coronel
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Aureliano Buendía
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era tan asombrosa su fortaleza de ánimo
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frente a los escombros de las mesas de
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juego los puestos de fritangas las
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casetas de tiro al blanco y el callejón
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donde se interpretaban los sueños y se
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adivinaba el porvenir que Aureliano
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segundo les preguntó con su informalidad
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habitual de que recursos misteriosos se
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habían valido para no naufragar en la
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tormenta como diablos habían hecho para
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no ahogarse y uno tras otro de puerta en
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puerta le devolvieron una sonrisa ladina
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y una mirada de ensueño y todos le
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dieron sin ponerse de acuerdo la misma
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respuesta nadando
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petracote será tal vez el único nativo
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que tenía corazón de árabe había visto
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los últimos destrozos de sus establos y
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caballerizas arrastrados por la tormenta
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Pero había logrado mantener la casa en
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pie
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en el último año le había mandado
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recados apremiantes Aureliano segundo y
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este le había contestado que ignoraba
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cuando volvería a su casa pero que en
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todo caso llevaría un cajón de monedas
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de oro para empedrar el dormitorio
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Entonces ella había escarbado en su
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corazón buscando la fuerza que le
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permitiera sobrevivir a la desgracia y
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había encontrado una rabia reflexiva y
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justa con la cual había Jurado restaurar
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la fortuna despilfarrada por el amante y
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acabada de exterminar por el diluvio fue
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una decisión tan inquebrantable que
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Aureliano segundo volvió a su casa 8
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meses después del último recado y la
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encontró verde desgreñada con los
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párpados hundidos y la piel escarchada
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por la sarna pero estaba escribiendo
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números en pedacitos de papel para hacer
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una rifa
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Aureliano segundo se quede atónito y
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estaba tan escuálido y tan solemne que
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petracotes no creyó que quien había
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vuelto a buscarla fuera el amante de
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toda la vida sino el hermano gemelo
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estás loca dijo él
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A menos que pienses rifar los huesos
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entonces ella le dijo que se asomara al
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dormitorio y Aureliano segundo vio la
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mula estaba con el pellejo pegado a los
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huesos como la dueña pero tan viva y
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resuelta como ella
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petracotes la había alimentado con su
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rabia y cuando no tuvo más hierbas Ni
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maíz ni raíces la albergó en su propio
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dormitorio y le dio a comer las sábanas
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de percal los tapices persas los
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sobrecamas de peluche las cortinas de
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terciopelo y el palio bordado con Hilos
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de oro y bornes de seda de la cama
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episcopal
