CRISIS MUNDIAL: Lapsus de Biden, pugna de Trump y una guerra atorada

Los demócratas están en pánico por la situación de Biden, el New York Times sugiere que renuncie debido a su estado mental. Se enfrenta fuerte rechazo y problemas internos dentro de su partido; algunos seguidores y figuras como Abigail Disney retiran su apoyo financiero. Biden será un oponente débil contra Trump debido a su creciente número de lapsus mentales y desaciertos públicos.

Durante un debate en vivo, Biden mostró debilidad percibible: voz ronca, fallos en la sintaxis y perdió el hilo de sus ideas frente a un confiado Trump. Biden propone aumentar impuestos significativos pero no logra articular un argumento sólido y acusa a sus asesores de no haberlo preparado adecuadamente. La Casa Blanca intenta restar importancia a sus errores, argumentando falta de sueño como causa.

La reelección de Biden parece cada vez más dudosa dentro del Partido Demócrata. Figuras importantes y congresistas del partido piden abiertamente una alternativa ante la posibilidad de perder ante Trump. La incómoda realidad de Biden, asociada a su salud mental y errores públicos constantes, crea un nerviosismo palpable; comparaciones con el colapso de la Unión Soviética reflejan el temor al declive estadounidense.

Trump califica a Biden como el peor presidente de la historia estadounidense, argumentando que su reelección llevaría a la decadencia económica y a una posible guerra. Estados Unidos enfrenta una elección entre dos candidatos que simbolizan fortaleza y declive: Trump, quien promete detener la inflación y crisis actuales, y Biden, percibido como un causante de desastres nacionales.

El actual estado del país se compara con el declive de la Unión Soviética, citando la 'gerontocracia' y el control financiero en las esferas de gobierno. La descripción de una sociedad dividida y en crisis similar a los últimos años soviéticos está marcada por el descontento generalizado, la precarización del empleo, y un política exterior desbalanceada con el materialismo capitalista.

Estados Unidos ha priorizado históricamente el gasto militar sobre el social, según análisis de economistas alternativos. Este enfoque soporta la economía mediante la militarización, favoreciendo una visión de autoridad y poder que tranquiliza a la oligarquía, aunque limita el bienestar social. La resistencia al pleno empleo y la seguridad social motiva una dependencia cultural hacia la guerra.

El predominio imperialista de EE.UU. alimentado por el gasto militar es debido a su control del dólar en el comercio internacional. Sin embargo, el nacimiento de BRICS ha comenzado a desafiar esta hegemonía. Las políticas favorecen el armamento en lugar del bienestar colectivo, obstaculizando así el bienestar social y desplazando la infraestructura que podría mejorar la seguridad social.

El riesgo de colapso económico surge entre tensiones internas y políticas militares externas que continuamente generan deuda nacional masiva. La percepción de una élite politizada clasista inherente a EE.UU. fomenta un auge de descontento social y polarización política; una visión imperialista es sostenida pero es cada vez más insostenible dentro y fuera del país.

La estructura industrial y el complejo militar en EE.UU. guía la economía hacia la supervivencia militar, retirando recursos de las áreas sociales. Las consecuencias incluyen una deuda nacional incontrolada, precarización laboral y un sistema penal masivo; una situación crítica apenas mantenida mediante políticas imperialistas.

El atolladero en Ucrania sostiene un conflicto aparentemente interminable que retroalimenta la dependencia occidental de armas y militarización. La implicación estadounidense en Ucrania es contraproducente y se deriva de estrategias expansivas mal calculadas que han devastado la economía local mientras Rusia mantiene control sobre el este de Ucrania.

El pacto de acción geoestratégico de Putin en Asia responde al control estadounidense intentando erosionar su expansión imperialista. Buscando reforzar lazos con Asia, las acciones de Rusia en Corea del Norte y Vietnam traban planificaciones estadounidenses, desplazando la tensión hacia una competencia territorial más equilibrada entre fuerzas euroasiáticas y occidentales.

El giro asiático desafía los intentos de EE.UU. de centrarse en una clara confrontación con China, agudizando las tensiones entre bloques. La posible asociación de Rusia con Corea del Norte para contraatacar a EE.UU. en el Pacífico presenta un nuevo escenario donde las potencias emergentes plantean consecuencias para las estructuras geopolíticas establecidas.

La figura de un gigante desnudo en el arte simboliza la brutalidad de la guerra que destruye todo a su paso, un reflejo de la situación global actual. Entre tensiones nucleares y el desmoronamiento de imperios, el escenario de la guerra, tanto real como económica, amenaza con consecuencias devastadoras si no se gestiona adecuadamente.

El poder de EE.UU. se sustenta en relaciones militares internacionales que silencian la posibilidad de un sistema de bienestar social equilibrado. El sistema actual, dependiente del gasto militar, corre el riesgo de colapso bajo su propio peso y contradicciones internas, donde las deudas y la inequidad socioeconómica se profundizan.